viernes, 13 de febrero de 2009

ENTREVISTA. PRESIDENTE DEL TRIBUNAL SUPREMO MILITAR-POLICIAL, CARLOS MESA ANGOSTO

Vamos a fortalecer el fuero militar-policial

_ Tribunales militarespoliciales
complementan
a fuero civil, explica

_ Se ha creado
juzgado en la zona
militar del VRAE

ISAAC SÁNCHEZ RUIZ

El Tribunal Supremo Militar-Policial (TSMP) inicia una nueva etapa, en la que busca recuperar aspectos fundamentales de su competencia que considera fueron recortados, afectan la disciplina y “resienten el principio de autoridad en el interior de las fuerzas del orden”, explica el presidente de esta institución, el contraalmirante (r) Carlos Enrique Mesa Angosto.

¿Qué es lo que propone el TSMP, ahora con usted al frente de la institución?

–Queremos que el organismo tienda nuevos puentes con la sociedad y diversas instituciones nacionales e internacionales, para superar las discrepancias que se arrastran desde hace una década. Buscamos una mayor precisión de la esfera militar y concordar con los principios constitucionales y compromisos internacionales en materia de derechos humanos, mejorando las relaciones con la ciudadanía.

¿Cuál es la visión de la justicia militar peruana, con vista a lo que ha significado su desaparición como fuero especial?

–Destacamos el esfuerzo del Gobierno por fortalecer la Justicia Militar-Policial (JMP), ya que es la
columna vertebral del orden y la disciplina en el interior de las Fuerzas Armadas y policiales. Sin embargo, existen cuestionamientos no fundamentados porque la tendencia global no apunta a la desaparición de los tribunales militares sino a establecer una mejor relación y complementariedad con la justicia en general.

¿Cuál es su planteamiento para fortalecer la institucionalidad del fuero militar en el Perú?

–El fuero militar ha sido debilitado como institución, su competencia se ha recortado en extremo en contraposición con lo que sucede en otros países. Paradójicamente, este recorte proviene de las instituciones del Estado, así como de algunas ONG que piensan con prejuicio que todo lo que proviene de la JMP es inconstitucional e ilegal. No prevén que se debilita a esta judicatura especializada, además de vulnerar el respeto a los valores militares y policiales.

Entonces, ¿qué se debe hacer?

–No debemos cerrar las vías del diálogo, sino tender puentes hacia las instituciones y coordinar con ellos, para poder superar finalmente, con el aporte de todos, esta problemática que se arrastra desde hace 10 años.

¿Cuál es la realidad del Código de Justicia Militar-Policial y qué iniciativas tomará el TSMP?

–Se ha recortado en extremo la competencia del fuero, declarando inconstitucional a un gran número de delitos que se encontraban tipificados en el Código Penal Militar-Policial, lo cual afecta la disciplina y el orden. Ello como consecuencia de una corriente jurídica para desaparecer el fuero militar o minimizarlo en extremo. No obstante, lo que tenemos que aprender es a no copiar leyes o tendencias jurídicas, sino a observar la realidad más cercana.

Por ejemplo...

–En Chile, si algún ciudadano civil agrede a un carabinero, su caso es juzgado en el fuero militar. En México, comprometido por el problema de los carteles de la droga, se ha recurrido al empleo de la fuerza militar, pero otorgándole a este personal la seguridad jurídica del caso.

¿Y qué sucede en el país?

–Hoy, si un soldado insulta a un general, se inicia una querella en el fuero civil, ¡cómo, entonces, podremos salvaguardar la disciplina! El militar tiene que sentir la verticalidad de su organización y el respaldo a su trabajo; de lo contrario, la institución que resguarda el orden se debilita. Por ello, tenemos una enorme tarea: fortalecer la labor de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, y eso incluye recuperar la competencia que se ha recortado al fuero militar-policial.

Ente dinámico

¿De qué manera el TSMP perfeccionará su modelo institucional?

–El TSMP se encuentra en un proceso de revitalización, adaptándose a la realidad y al dictado de los acuerdos vinculantes de la legislación internacional. Esto es parte de su modernización y una demostración de que somos un ente dinámico, que se reconvierte para responder a los nuevos retos, en una sociedad donde cada vez es más importante e imprescindible garantizar el debido proceso, los derechos humanos y la justicia.

El decano del Colegio de Abogados de Lima promueve una acción observando la constitucionalidad de la norma que establece la designación de vocales del fuero militar a cargo del Ejecutivo. ¿Cuál es su opinión?

–La Carta Magna especifica que el Consejo Nacional de la Magistratura solo nombra jueces y fiscales del Poder Judicial y el Ministerio Público. Para el fuero militar, existe la Ley Nº 29182, que faculta al Presidente de la República, como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y Policiales, y puede nombrar a los magistrados pertinentes.

Prioridades en el TSMP


_ Batallar por la defensa del fuero militar-policial y la recuperación de las competencias que le han sido quitadas.

_ Tender puentes de entendimiento con la sociedad. En especial, con las instituciones civiles al tanto de su judicatura. Por ello, trabajarán con el Congreso y el TC para precisar alcances y perfeccionar la legislación.

_ Planteará también el fortalecimiento interno mediante un programa de actualización permanente para magistrados militares y se vinculará con las instituciones académicas.



Publicado en el Diario Oficial El Peruano el viernes 13 de febrero de 2009

sábado, 10 de enero de 2009

HUNTINGTON: UN POLITÓLOGO QUE DEJÓ HUELLA EN EL DESARROLLO DE LA DISCIPLINA


EL APORTE DE HUNTINGTON A LA CIENCIA POLÍTICA

Un intelectual conservador


Por: César Arias Quincot - Periodista e historiador

El fallecimiento de ese notable intelectual que fue Samuel Huntington nos conduce a recordar aquello que conocemos de su obra. Escuché hablar de él, por primera vez, en las brillantes conferencias que dictó Luis Maira, un intelectual chileno, en aquel tiempo desterrado por la dictadura y, más adelante, ministro y embajador político, luego de los triunfos de la Concertación.

Años más tarde, tuve ocasión de adquirir un texto que Huntington escribió a dúo con Brzezinski, quien también fue asesor de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter. El libro es una comparación de los sistemas políticos de Estados Unidos de América y la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hoy Rusia. Allí, el lector podía entender que el sistema soviético no era una simple dictadura, sino un complejo modelo político lleno de sutilezas, cuyo objetivo central era mantener el dominio del Partido Comunista de la Unión Soviética sobre la sociedad.

Un detalle que me impactó fue que los autores señalaban que la clase política norteamericana (democrática) estaba compuesta de modo predominante por abogados, en tanto que su equivalente soviética (totalitaria) estaba compuesta, sobre todo, por ingenieros.

Creativo

Huntington era un conservador, pero, al mismo tiempo, poseía imaginación y creatividad. Por ello, escribió un interesante texto acerca de la “tercera ola” del proceso de democratización a escala mundial, que se inició con la caída de las dictaduras de la Península Ibérica (mediados de la década de 1970) para continuar con la apertura vivida por los gobiernos autoritarios de América Latina (década de 1980), el derrumbe del “socialismo real” en Europa del este y el fin del racismo institucionalizado en Sudáfrica.

No obstante, deseo referirme a su libro más conocido, Choque de civilizaciones, en el que señala que en la actualidad, desde el fin de la bipolaridad, no es que ingresamos a una era del “fin de la historia”, es decir, de término de los conflictos ideológicos, debido a la victoria total de los ideales de las revoluciones liberales de 1776 y 1789. Para Huntington, a partir de fines del siglo XX, si bien existe un acuerdo dentro de la civilización occidental acerca de que hay unanimidad en defender la democracia liberal y la economía de mercado, ello no es universal: otras civilizaciones tienen diferentes perspectivas.

El problema con China no es su ideología marxista –que cada día se diluye al ser contradictoria con el desarrollo capitalista de ese país–. El problema, según Huntington, es que dado que China es otra civilización, sus valores son diferentes, pues sus raíces son confucianas y no cristianas.

He tenido ocasión de revisar un ensayo de Huntington, en el cual sostiene que los hispanos son la única minoría que no trata de asumir a plenitud los valores de la cultura norteamericana. Un texto evidentemente discutible y polémico que no podemos analizar aquí.


Por último, creo interesante señalar que este autor, por ser conservador, no cae en las huachaferías que en Estados Unidos forman la esencia del pensamiento “políticamente correcto”: defensa del aborto, el matrimonio homosexual, la oposición a los valores cristianos en nombre de un gaseoso humanismo laico carente de sustancia.

Publicado en el Diario Oficial:Jueves 08 de enero de 2009.

HUNTINGTON: UN POLITÓLOGO QUE DEJÓ HUELLA EN EL DESARROLLO DE LA DISCIPLINA

FUE UNO DE LOS PILARES DE LA CIENCIA POLÍTICA ESTADOUNIDENSE

Samuel Huntington, el provocador (I)



“Según la Universidad de Harvard fue uno de los especialistas en ciencia política más influyentes de los últimos 50 años”.


Por Fabián Vallas T. - Internacionalista

En víspera de navidades, el politólogo conservador estadounidense Samuel Huntington falleció a los 81 años de edad. Solo dos semestres antes, este incansable profesor de Ciencia Política había continuado dictando su cátedra en la Universidad de Harvard. Detrás queda una abundante contribución a la Ciencia Política, pues pese a ser un conservador y celador de los valores occidentales, se distinguió por sus sugerentes, elegantes y provocadoras teorías.


Sobre todo, fue uno de los grandes pioneros de la rama de la Política Comparada en Estados Unidos. Gran parte de su obra no solo la dedicó a estudiar un caso de un país específico, sino que se encargaba de buscar y aislar las variables causales que afectaban a los distintos fenómenos políticos, como la democratización, el desarrollo, la modernización, el conflicto político, los movimientos subversivos, etcétera.


La mayoría de aquellos que seguían con atención sus obras podía tener dos reacciones: o quedaban seducidos por la simplicidad y elegancia de sus argumentos, y lo defendían ardorosamente de sus detractores; o asumían una posición abiertamente crítica. En resumen, todo menos quedar indiferente.


Sus obras académicas se distinguían, además, por la rigurosidad científica que imprimía y porque tenía la particularidad de establecer tesis que aún perduran en la literatura académica. No obstante las décadas transcurridas de muchos de sus postulados, sus obras son revisadas en las principales escuelas de Ciencia Política en el mundo.


Huntington no fue un simple académico. Caminó con cuidado sobre la delgada línea que divide a los que “estudian la política” y los que “hacen la política”. Durante 1977 y 1978, participó también en el Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de Jimmy Carter, justo cuando parecía que el poderío estadounidense declinaba ante la invasión de la Unión Soviética a Afganistán, la entrega del Canal de Panamá y los estallidos revolucionarios en Centroamérica.


No es casualidad que participara en el Consejo de Seguridad Nacional de la primera potencia del mundo. Si recorremos su producción intelectual, encontramos una constante: la preocupación por aquellos conflictos, insurgencia, brotes de violencia, fenómenos sociales que aparecían en el mundo y podrían afectar la hegemonía de Estados Unidos de América.


Modernización


Una de las obras menos conocidas en el Perú de Huntington, pero que mantiene gran actualidad porque podría explicar el proceso de violencia política que experimentamos durante las décadas de 1980 y 1990, es El orden político en la sociedad en cambio. Escrita bajo el contexto del convulsionado mundo de finales de la década de 1960, este trabajo muestra una tremenda preocupación acerca de las repercusiones de los procesos de modernización que experimentaban aceleradamente las poblaciones de los países del Tercer Mundo.


Huntington consideraba que los países pobres vivían un agresivo proceso de modernización de la población (en aquellos años, básicamente, una exposición a los medios de comunicación, escuelas, industrialización de los sectores rurales); pero, al mismo tiempo, estaban divorciados del desarrollo económico. De tal modo que no existían nuevos canales de expresión política de estos nuevos sectores modernos. Las instituciones políticas tradicionales no se habían adaptado a estos nuevos actores sociales y políticos.


El encuentro del crecimiento de las expectativas como producto del proceso de modernización y el poco desarrollo económico originaba un conflicto. No es casualidad que Huntington llegue a la conclusión de que los países más conflictivos no son los que se encuentran en menor grado de modernización. Todo lo contrario, son aquellos países que se modernizan más aceleradamente, pero el sistema económico no satisface las nuevas expectativas generadas y el sistema político tampoco le brinda nuevas oportunidades.


Publicado en el Diario Oficial El Peruano: Jueves 08 de enero de 2009.